“Yo he venido
para que tengan vida,
y vida en abundancia”
(Jn 10,10)[i].
LA PEDAGOGÍA DEL MOVIMIENTO DE JESÚS.
UNA SÍNTESIS INTRODUCTORIA
Rui Manuel Grácio das Neves
Managua
Noviembre’04
1. Introducción
Todo este estudio se encuadra en una visión previa que es la caracterización del denominado movimiento de Jesús (MJ, en adelante). Sólo a partir de él tienen sentido las observaciones que haremos después sobre la pedagogía de este movimiento. Todo esto lo hemos trabajado ya en nuestro libro, El movimiento de Jesús. Una introducción sociológica[ii]. A este estudio nos remitimos, como base de las afirmaciones que haremos en el apartado siguiente.
Retomemos aquí tan sólo algunas definiciones operativas que nos interesan para la cuestión de la pedagogía del MJ.
En primer lugar, es preciso decir que el MJ es un Movimiento Social (MS, en adelante) como tal. ¿Qué se entiende por ‘MS’? Ha habido muchas definiciones, pero nosotros hemos adoptado la siguiente, de J. Raschke, que nos parece la más sintética de todas: “Movimiento social es un actor colectivo que interviene en el proceso de cambio social”.[iii] En este sentido, el MJ es un MS de la época del Israel, hace 2000 años.
En segundo lugar, podemos definir el MJ como: “Un determinado movimiento social que se da en la Palestina del siglo I de nuestra era, liderado por un personaje histórico llamado Jesús de Nazaret”.
Lo caracterizamos mejor definiéndolo como proto-movimiento, es decir, como aquel MS que se da en los años de ‘existencia social’ de su propio fundador (desde el comienzo de su ministerio público hasta su muerte). La delimitación temporal va desde un mínimo de un año hasta un máximo de 3 años, aproximadamente.
En tercer lugar, debemos aclarar qué se entiende también aquí por ‘pedagogía’, ‘holismo’ y por ‘pedagogía holística’. Veámoslo a continuación.
(1º) Entendemos aquí ‘pedagogía’ no de una manera restringida, como la definición clásica de “arte, ciencia o técnica práctica de la educación”, sino de la manera más amplia, como una práctica humano-social caracterizada por el ‘saber hacer las cosas’, la acción metodológica de gestionar los asuntos humanos y una serie de prácticas correspondientes a esta actitud.
(2º) Por otra parte, entendemos por ‘holismo’ un paradigma (o, mejor, meta-paradigma) orientador de nuestro enfoque de operar sobre la Realidad como tal, caracterizado por una actitud mental no dualista, no divisiva, no fragmentaria, sino unitaria, integradora, flexible e intuitiva.
(3º) Entendemos por ‘pedagogía holística’ aquel tipo de pedagogía que resalta las actitudes integrativas, unitarias y no fragmentarias de una gestión humana (especialmente en un proceso educativo, concebido esto también de la manera más amplia posible, entendiendo no sólo el ámbito formal e informal, sino incluyendo también los procesos pedagógicos dentro del accionar de los movimientos sociales).
Pues bien, nuestra hipótesis de trabajo es que la acción pedagógica del MJ fue clave en su praxis y fue de tipo holístico.
Finalmente, hagamos dos observaciones previas sobre esta investigación: (1) No pretende ser un estudio exhaustivo sobre la pedagogía del movimiento de Jesús (habría otras actitudes también a resaltar); y (2) es simplemente una guía introductoria, una guía de trabajo para esta temática (a partir de la guía se podría hacer toda una amplia investigación: de hecho, de cada uno de los aspectos aquí resaltados se podría hacer un capítulo largo de un libro).
Teniendo en cuenta lo anterior, vayamos ahora con nuestros aportes.
2. La acción pedagógica del MJ
En primer lugar, es necesario aclarar la relación entre Jesús de Nazaret, el líder, y su movimiento, un MS denominado MJ. Sostenemos aquí la opinión de que la acción del líder es expresión del mismo Movimiento como tal, o bien de manera fáctica, o bien de manera utópica. En todo caso, la acción de su líder siempre fue referencial para el movimiento.
¿Qué quiere decir esto?
Que la praxis de su líder, Jesús de Nazaret, era la expresión paradigmática de lo que el movimiento estaba llamado a ser. Evidentemente, también de lo que el movimiento ya era, aunque no totalmente. No tenemos instrumento empírico para cuantificar qué tan asimilada y practicada era la propuesta de su líder. Pero en todo caso, es necesario hacer la distinción.
Teniendo en cuenta lo anterior, vamos a estudiar ahora el accionar de su propio líder, para ver qué se pretendía a nivel pedagógico.
2.1. En primer lugar, podemos señalar que su propio líder es un líder carismático, cuya fuerza le viene de lo interior, de una convicción profunda, que el identifica como el ‘Padre’ y actuando en la historia por el Espíritu. El MJ es entonces un movimiento entonces, no institucional, que surge de profundas convicciones, dentro de una cultura judía, impregnada de gran religiosidad.
Es sabido que Max Weber distingue tres tipos de autoridad: la tradicional, la carismática y la racional-legal. La del MJ encaja perfectamente en el tipo ideal de autoridad carismática.
Es un movimiento religioso-social y desde ahí hay que comprender su especificidad. Desde luego, debemos superar el dualismo occidental e ilustrado de separar el ámbito religioso y el sociopolítico, ya que eso no es válido en aquel contexto histórico, y, en general, en las sociedades premodernas.
Por lo tanto, la pedagogía utilizada tiene este carácter carismático de auto-referencia y radicalidad. Se justifica por sí mismo, en contacto con unas fuentes que no son comprobables empíricamente. Sin embargo, no deberíamos llamar a esto un fundamentalismo o un fanatismo. Actuar por convicciones o por principios no es necesariamente ser un fanático. Pero sí da un colorido pedagógico muy diferente de las prácticas actuales pedagógicas, basadas en la idea de que lo religioso es meramente personal, individual, y no debe entrar como tal en la vida política.
El texto bíblico de Jn 14,6, puede quedar de texto paradigmático de la acción de Jesús y de su movimiento: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”, que podremos traducir, como algún teólogo (Hans Küng) ha sugerido ya: “Yo soy el camino de la verdad de la vida”. Es todo un programa transformador de conciencias y de vidas (‘metánoia’).
2.2. En Jn 8,31-32 se lee: “Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”.
En otras palabras, el líder experimenta consigo mismo. Más bien tiene un laboratorio interior. Pero, en general, podemos decir que todo el movimiento como tal fue un inmenso laboratorio interno de la gente que se acercó a él (bien la que formó parte como miembro más o menos activ@, bien de los que fueron sencillamente simpatizantes). Normalmente, los movimientos sociales están, por definición, libres o más libres de ataduras institucionales. Por eso, pueden tener espacios de libertad, mientras que las jerarquías (autoridad tradicional) o la legalidad dominante (autoridad legal-racional, en terminología weberiana) no se impongan.
En sociedades patriarcales y conservadoras, donde está todo regulado (como ocurría en aquel momento histórico, al menos, en Israel), este MJ aparecía como un movimiento que permitía a sus miembros experimentar, ser libres en su praxis, en una palabra.
Esta práctica de la libertad contrasta con una sociedad reglamentada en extremo, donde no hay espacios para ejercer la libertad. Sólo para obedecer a la Ley, interpretada por los teólogos oficiales del Sistema, los escribas.
2.3. Como Maestro espiritual, Jesús de Nazaret está totalmente inserto en la realidad cotidiana, en el aquí y ahora. El Maestro de Galilea llamaba continuamente a su movimiento y a la gente que participaba en él a estar despiert@s, a estar vigilantes. De alguna manera, su movimiento incluía o presuponía el estar despiert@s a la Realidad, a no vivir dormid@s. En otras palabras, a una toma de conciencia de la Realidad como tal (fidelidad a la Realidad).
“Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor” (Mt 24,42). Este texto no sólo se refiere al fin de los tiempos (sea esto cosmológica o antropológicamente entendido). En todo caso, puede ser existencialmente desmitologizado en línea bultmanniana de una manera personal-existencial, como las decisiones que debemos tomar en cada instante para darle sentido a la vida. La ‘venida del Señor’ es o puede ser en cada instante de nuestra vida, especialmente cuando hay que tomar una decisión importante.
La pedagogía era cotidiana: era cómo despertar al mundo en el que estamos, tanto al mundo de la naturaleza, como el social y político. Como vivir despiertos a lo que ocurre y no dormirnos en los presupuestos tradicionales establecidos. No es que los presupuestos tradicionales no valían. Lo que había que hacer es contrastarlos con la Vida, con la vida de cada un@.
Por eso era tan central para su líder el saber “leer los signos de los tiempos”. Con esta categoría se critica duramente a los fariseos y escribas, así como a las autoridades religiosas de Israel:
“Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: ‘Va a llover’, y así sucede. Y cuando sopla el sur, decís: ‘Viene bochorno’, y así sucede. ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo?” (Lc 12,54).
Se trataba de intuir, de olfatear concretamente lo que estaba sucediendo en aquel entonces. Jesús se dio cuenta claramente de que aquel era un momento importante de cambio. Un momento histórico crucial, donde el cambio era exigido totalmente por la realidad en la que se encontraban.
Cabría preguntarse si creyó demasiado que ese cambio radical era posible o si hubo un proceso pedagógico también él de entender qué estaba pasando con su gente y cómo respondía o no al momento (cfr. también Mc 13,33: “Estad atentos y vigilad, porque ignoráis cuando será el momento”). Por lo tanto, hay que vivir intensamente el momento presente. Quien así lo hace puede entender los “signos de los tiempos”.
2.4. En el MJ, la actitud pedagógica de cambio fue central. No sólo era la conciencia de que la situación socio-religiosa debería cambiar para lograr una vivencia más humana, sino de que tod@s estaban llamad@s a cambiar también.
Muchas veces pensamos que tiene que cambiar la sociedad (abstracto), para que yo cambie. O que tienen que cambiar l@s otr@s para que yo cambie también. Esto es una disculpa psicológica. En realidad, el Sistema cambia si yo cambio también. Mis cambios son también cambios del Sistema, según el principio holístico de que el todo está en la parte. El Sistema está dentro de mí, me habita, y si yo logro darme cuenta de esto y de cuanto daño el Sistema me hace, empezaré a cambiar naturalmente, como algo lógico. Liberándome yo del Sistema, ya está cambiando el mismo Sistema.
En el MJ hubo espacio para este tipo de actitudes. El cambio era motor estructural de cambios en la sociedad palestina de entonces. El criterio venía definido por la ‘inversión mesiánica’: “Los últimos serán primeros y los primeros, últimos” (Mt 20,16 y paralelos: Mt 19,30; Lc 13,30). Éste es el criterio subversivo del Reino. Que l@s que están abajo vayan para arriba y l@s que están arriba se abajen.
2.5. Otro aspecto pedagógico clave del MJ fue en entender la fe no sólo como la fe en Alguien (o incluso en su líder natural), sino la fe como convicción, como la capacidad de hacer cosas, de lograr imposibles. El MJ era un movimiento motivador, animador, de prácticas de cambio compartidas, donde la comunidad encontraba fuerza como tal.
La fe era colectiva, era constructora de comunidad. En una sociedad fragmentarizada, la comunidad era la alternativa. No era un movimiento de “perfect@s”, sino más bien de tod@s l@s que estaban al margen de la Ley (la ‘Torá’). La fe era arrancar una montaña y trasladarla de lugar. La fe era hacer imposibles. Y cuando se está en una época de efervescencia, como es la propia de la autoridad carismática (lo que llama F. Alberoni, “el estado naciente”[iv]), los “milagros”, los cambios son verdaderamente posibles. Todo es creer.
2.6. Una de las prácticas pedagógicas claves también del MJ y especialmente de su líder fue lograr hacer crecer la autoestima de la gente, especialmente de aquell@s al margen del Sistema o marginad@s por ese mismo Sistema. Aquí están principalmente las mujeres, los campesinos, los endeudados, los que sufrían algún tipo de enfermedad o minusvalía, los públicamente considerados como pecadores/as, los niñ@s, los samaritan@s geográficos y sociales... Los grupos sociales más expulsados del centro del Sistema israelita de la época fueron integrados con apoyo y reconocimiento por su líder y por el MJ como tal.
El pasaje de Mc 3,1-6, el pasaje en que nos narra la curación del hombre de la mano paralizada es simbólico de la nueva ‘acción pedagógica’ de Jesús. La sanación es hecha en sábado (tiempo sagrado) y en la sinagoga (espacio sagrado). La subversión pedagógica consiste ahora en que le dice al hombre ‘Levántate’ y ‘(ponte) ahí en medio’ (Mc 3,3).
Es decir, el pobre, el humillado, el marginado, el pecador sufriente y enfermo, debía levantarse en su condición de persona humana y colocarse en el centro de la sinagoga. En otras palabras, el centro era ahora el ser humano sufriente y no las estructuras sacrales: sábado-sinagoga. Por eso, dice el versículo final de este pasaje (6): “En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra él para ver cómo eliminarle”.
De alguna manera, lo que Jesús predicaba se resumía pedagógicamente en lo siguiente: “¡Sé tu mismo!”, “Tod@s somos un@”. El darle confianza a la gente despreciada por el Sistema y lograr un movimiento de estas características fue el gran chispazo inicial de una “revolución de lo cotidiano”.
2.7. Importante fue también para aquella gente darse cuenta de la coherencia de vida del fundador de ese movimiento social. La expresión bíblica era que hablaba y actuaba “con autoridad”. Nadie le podía encontrar contradicciones entre lo que decía y lo que practicaba. No era nadie vendido al poder, corrupto, que pactase con el poder establecido. Jesús atraía como todo líder radical atrae: las figuras que se mueven por principios siempre atraen. Aunque realmente son pocas las personas que de hecho se mueven por principios, sin ser inflexibles en esto.
Frente al Sistema que promueve actitudes de doble moral entre sus principales, el MJ promovía como central en el movimiento la coherencia de vida entre los que se pensaba, lo que se decía y lo que se hacía. Nada de dualismos, ni divisiones. Una sola actitud coherente.
2.8. La pedagogía de Jesús fue la pedagogía de la Vida. Como iletrado, como campesino y artesano, Jesús no era un intelectual, un teólogo que viniera a definir cosas. De hecho y curiosamente, nunca definió quien era Dios, qué era el Amor, que era el Reino… Es decir, no buscaba definir esencias, sino de cambiar mentes-corazones en orden a una Verdad que se vivía desde lo cotidiano de la vida.
Partía del hecho de quien quería conocer estas cosas debería vivirlas. No se alcanzaban con más o menos saberes, sino con el corazón puro de una vida auténtica. En definitiva, son vivencias para practicar o, mejor, que son únicamente captables desde prácticas de vida y no desde meros conceptos cerrados.
Su acción pedagógica no deja pasiv@s a l@s demás. Los implica. Como dijimos, no emplea definiciones conceptuales, sino historias, parábolas, donde hace participar al/a la interlocutor/a. Hace que un@ entre en la historia y se comprometa en ella. El/la interlocutor/a debe participar y tomar una decisión. Es el caso, por ejemplo, de la parábola del buen samaritano (Lc 10,29-37). Es una parábola dirigida a alguien que quería saber quién era su prójimo, una pregunta teológica muy presente entre los judíos de aquella época.
Jesús interpela a quien le ha preguntado para que se pronuncie (“se decida”) en aquella historia. No le deja pasivo, neutral. Es interesante, por eso, que el pasaje bíblico termine en el v.37 con la exhortación: “Vete y haz tú lo mismo”. Llama a la praxis. Y es también sintomático que el pasaje siguiente hable de la contraposición entre Marta y María, entre lo inesencial y lo verdaderamente esencial (el discipulado).
2.9. Además, el líder (y su movimiento) sabe cambiar, sabe readecuarse. Es decir, tiene principios, pero no es “principista”. Es flexible. Y a veces reconoce implícitamente que estaba en un error epistémico, fruto de la cultura ambiental en la que se formó. Es el caso del mundo patriarcal en que se educó, donde las mujeres no cuentan como tales. Pero sabe cambiar de orientación.
Esto aparece en el caso de la mujer sirofenicia. Esta mujer, que es pagana, le pide a Jesús, que quería pasar de incógnito en la región de Tiro y Sidón, que le cure a su hija. No importa que sean las migajas que le echan a los perros (expresión fuerte, pero usual en la época, con la que los judíos se referían a los gentiles). Esta mujer le mueve el corazón a Jesús, que no estaba mucho por hacer un milagro a una extranjera (pagana y mujer). Pero lo consigue con su “fe”.
La lucha por salvar a sus hij@s por parte de una madre es un tema demasiado universal y muestra las ganas de esta mujer de que su hija se sanara. Para ello está dispuesta a todo y la oportunidad de encontrar a un maestro sanador (un “mago popular” como le llaman algunos exégetas) es una gran oportunidad que no está dispuesta a desperdiciar.
Lo curioso es que, a partir de este incidente con la mujer sirofenicia (de la que no tenemos el nombre), Jesús se aleja de su lugar natural de Galilea y penetra en otros espacios culturalmente diferentes. Al fin y al cabo, la fuerza liberadora del Dios del Reino no era para quedar encerrada en Israel, aunque “comenzara” por allí. De alguna manera, el Reino es universal y no meramente judío.
2.10. Ante todo, el líder del movimiento valora al pueblo. No desprecia a sus compañer@s. Valora a l@s que son como él. Esto no es tan corriente. Normalmente, gente de estratos marginados de la sociedad tiende a despreciar a l@s que son como él. No es el caso del líder ni de su movimiento. El MJ es un movimiento principalmente de gente de clases subalternas, campesin@s, artesan@s, marginad@s, así como también de clases más pudientes pero solidarias con el proyecto de l@s pobres.
En una palabra, el líder y su movimiento supieron construir comunidad, fraternidad-sororidad, en momentos de desagregación o de masificación inconsciente.
Las instituciones son vistas entonces como secundarias y siempre al servicio de la gente. Esto implica que las instituciones se hallen en autocrítica permanente, para que sean flexibles, no se “dinosauricen”, no se transformen en mega-estructuras que aplastan a la gente sencilla, con su propia lógica e intereses (¿algo que ver con nuestras Iglesias de hoy?).
En definitiva, sólo puede cambiar aquel/la que no están cerrados en sus principios, sino que tienen el corazón misericordioso, de tal manera que entienden el sentido de sus principios, sin aferrarse a ellos como algo absoluto. Los principios son motivadores de una experiencia y no baluartes insalvables, sobre todo para la gente sencilla.
2.11. Valora a la gente y por eso mismo relativiza las normas, los ídolos, los absolutos. Aunque sean religiosos. Y precisamente por ser tales, piensa que esclavizan más a la gente, ya que tocan las profundidades del corazón, del núcleo humano. Lo peor de todo es haber manipulado a Dios en provecho propio. Hasta ahí llegaba el egocentrismo en el ámbito de lo religioso.
Ya en alguna otra ocasión escribimos que Jesús es el que viene a liberar a Dios, como premisa necesaria para librar a los seres humanos también. Ambas realidades están interconectadas. No es posible la una sin la otra. Decíamos (y permítesenos esta larga cita):
“… algo que caracterizaba muy fuertemente a este Dios de Jesús es que era un Dios profundamente humano, con entrañas de Padre y Madre. Por eso, el Dios de Jesús no podía legitimar la opresión sobre cualquier ser humano, fuera hombre o mujer. De ahí nuestra hipótesis de trabajo: liberando a Dios de la esclavitud a que le sometían los poderes dominantes de Palestina, religiosos, políticos y económicos, era posible también liberar al ser humano. Jesús nos enseñó que una determinada imagen de Dios oprime también las conciencias y las vidas humanas. Dios es el Absoluto, lo más central que un ser humano pueda alcanzar jamás en su vida. Por lo tanto, liberar a Dios es liberar al ser humano, a hombres y mujeres cargados de cadenas de opresiones de todo tipo.
Nuestra hipótesis también se puede formular a la inversa: liberar a los seres humanos es igualmente liberar a Dios de su prisión. Tal vez, la mejor formulación sería entonces la que conjugara ambas dinámicas dentro de una dialéctica liberadora: Liberar a Dios liberando a los seres humanos de carne y hueso. En otras palabras: Liberar a Dios luchando en contra de los ídolos del antirreino y de la muerte. Es decir: Liberar a Dios construyendo espacios concretos de humanización”[v].
2.12. Por eso, el líder, junto con el movimiento, tienen autoridad, pero no cargos de poder (negados por el Poder dominante)[vi]. La autoridad le viene de que lo dice y lo hace: es coherente, no engaña sino que desenmascara la mentira de los poderes dominantes, no busca el poder, incide sobre la realidad (manejando sabiamente las energías: le pueden llamar un “mago popular”), hace crecer la conciencia de la gente, crea conciencia, impulsa y no aplasta… Está dentro e inmerso en la Realidad como tal y de ella obtiene su fuerza y su poder fuera de lo común.
La gente intuye que está delante de un auténtico líder. Dentro del MJ, también circularon estos principios como valores. La autoridad se vive como servicio y no como poder. Así aparece en el pasaje del lavatorio de los pies, relatado en el evangelista Juan, texto que aparece simbólicamente en el lugar del pasaje de la última cena, en los otros evangelistas. Pues bien, dice Jesús, en boca de Juan:
“Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis ‘el Maestro’ y ‘el Señor’, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros” (Jn 13,12-15).
No es claro que esto fuera una práctica común en el movimiento, pero sí está claro que era un principio de y para el movimiento. Era un distintivo de sus seguidores/as. Sin embargo, al principio, cuando andaban con él sus discípulos no lo entendieron (cfr. Mc 10,35-40 y el siguiente pasaje, del v.41 al 45, donde se dice que todos deben servir).
Y cuando ellos discuten sobre quien es el mayor (el egocentrismo elevado a egolatría), les pone a un niño en medio de ellos y les dice que ése es el criterio de la entrada en el discipulado de Jesús y la clave de acceder al Reino (Mt 18,1-4 y paralelos). Hacerse como un/a niñ@ es también un gran tema en la vida espiritual y en su pedagogía.
2.13. Aparece con una gran sensibilidad. Sabe escuchar. Es alguien que va al fondo de la persona. En esto, Jesús es alguien diferente a lo establecido. Incluso como modelo de varón es algo totalmente diferente para las mujeres del movimiento y para quienes se sentían cercan@s a él.
Pero es también alguien firme y que no transige con la corrupción y con el mal dominante. Tolera los errores, pero no la mala voluntad. Al final, comprende que el ser humano es una gran ignorante (“Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen: Lc 23,34 y paralelos). Por eso, el perdón está cargada de una intensa capacidad pedagógica.
Sólo quien aprende a perdonar, puede ser él/ella mism@ perdonad@ (como aparece en el Padrenuestro: Mt 6,12. En realidad, aparece como perdón de las deudas, algo que era fundamental entonces para una población pobre endeudada; si ellos/ellas no se perdonaban entre ellos/ellas sus deudas, no había posibilidad de construir ninguna realidad alternativa).
2.14. Es un gran multiplicador (de dones, servicios, bienes, apoyos mutuos). Era un creador de interconectividad, un hacedor de redes, en las cuales los seres humanos se nutrían mutuamente. Su pedagogía aparece concentrada en el dicho ‘agrafon’ de Pablo de Tarso, atribuido al mismo Jesús: “Mayor felicidad hay en dar que en recibir” (Hch 20,35). Esto sólo puede ser propio de una Maestro de muy alta espiritualidad. Es la lógica de la Vida, la lógica del Espíritu.
En los pasajes de la multiplicación de los panes y los peces (Mc 6,30-44 y paralelos), aparece como un auténtico líder que facilita el proceso de organización y consigue que ell@s confiadamente compartan lo que tienen. Y todavía sobra. Sobran doce cestos, número simbólico que resume el Nuevo Israel que el movimiento se propone crear.
Evidentemente, éste es para ell@s el verdadero líder. Pero la conciencia de las masas es todavía muy paternalista. Creen en un líder que les dé las cosas hechas. Por eso quieren nombrarle rey (en la versión de Jn 6,15). Por eso también Jesús se retira. No quiere ser un líder al estilo de los otros. Quiere que la gente crezca autogestionariamente.
2.15. Él y su movimiento son proféticos, al estilo de los profetas hebreos anteriores a él, especialmente los más radicales, de esa región donde él actúa (Galilea, profetas del Norte). Una tradición campesina-popular, de profetas más radicales, anti-monárquicos muchas veces. Estos profetas tenían detrás movimientos populares campesinos, de los que ellos (en el caso de los profetas literarios) eran la expresión pública (especialmente, Amós, pero no sólo)[vii].
Ese es el “profeta”, el que habla en nombre de otro, en este caso, del Innombrable. “Pone el dedo en la llaga”. Denuncia y anuncia. Es radical en la crítica, pero es propositivo también. Crea futuro, pero futuro verdadero y no falso, como los pseudo-profetas, los “profetas” de la corte. Muchas veces dice lo que todos ya saben, pero no consiguen decirlo con su claridad o no se atreven a decirlo, por miedo. En suma, tiene claridad de ideas y valentía. Cree que todo el mundo puede cambiar (¿ingenuidad?) y por eso denuncia-anuncia.
2.16. No dualiza la gente en buenos y malos (mente discriminativa). Sabe que el bien y el mal atraviesa los corazones humanos, y que ambos bien y mal están dentro de nosotr@s. Muchas veces estas discriminaciones son debido a prácticas culturales e institucionales que no tiene que ver con el auténtico corazón humano, que es bueno. Tod@s somos buen@s, pero no lo sabemos reconocer y nos dejamos arrastrar por la mediocridad ambiental.
Llama a que tod@s despierten, a que se den cuenta (“¡Estén vigilantes!”, en varios pasajes de los Evangelios). No viene a condenar, sino a “salvar”, esto es, a dar plenitud a la vida humana, a liberarnos de lo peor que tenemos y que creamos a l@s demás, a ser totalmente libres, en una palabra. En esto, su choque con las instituciones establecidas de su tiempo fue total. Las instituciones pervertidas no buscan la libertad de las conciencias humanas, sino que más bien las esclavizan con preceptos, consignas, mandatos… En definitiva, se ponen ellas en el centro de la vida y no a los seres humanos, que pasan a ser sus esclavos y servidores.
2.17. Defiende la originalidad de cada un@, su “inocencia original” (no ingenuidad). Está consciente de que cada día hay novedad y hay que vivirla a fondo. Es alguien que no vive programado (por más que su “matriz cultural” sea la cosmovisión judía), sino atento al ‘aquí y ahora’. Vive en el presente, no en el pasado. Desde el presente es capaz de descubrir el plan de Dios en la historia y con su vida.
Intentaba pedagógicamente que la gente se librara de la funesta actitud de la “religión del templo” que mide a tod@s con el rasero del pecado, de tal forma que de eso se alimentan: de los pecados explícitos e incluso implícitos de una Ley absolutizada y que perdió sus sentido. El ‘pecado’ no son ‘los pecados’. El pecado fundamental es confundir el Bien con el Mal, llamando al Mal Bien y al Bien Mal. El pecado fundamental es alejarse del Espíritu. En definitiva, alejarse de sí mism@, porque Dios se halla en nuestro interior y entre nosotr@s.
2.18. Formula claramente su opción por el servicio y no por el poder. La ‘diakonía’ es una condición práctica del estar en el Reino y no en las tinieblas. Sólo quien experimenta el servicio está dentro de la pedagogía del Reino. Ya lo explicamos antreriormente.
Es importante resaltar aquí que sólo quienes se sienten pequeñ@s (ante la inmensidad de Dios-Misterio y del Cosmos) son l@s capaces de entregarse responsablemente al servicio de l@s demás, principalmente de l@s más pobres y cuidar la naturaleza. El servicio, entendido ahora como el cuidado de la Vida pasa a ser una realidad central del proyecto de Jesús y de su movimiento.
El servicio es de quienes han entendido la lógica de la Vida, que es una lógica
de gratuidad, que emana del mismo Padre. Est@s son “l@s pequeños”, l@s
pobres, l@s marginad@s y excluid@s, no los sabios y entendidos (léase, los
fariseos y escribas):
“Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes y se las ha revelado a los pequeños” (Mt 11,25).
2.19. Vive en interioridad absoluta, profunda con Dios, como Misterio último y centro de todo. Dios no es experimentado como un dogma, sino como un Amigo íntimo, un Padre bondadoso, un Fundamento de todo y para todo. Pero no se demuestra racionalmente. Se muestra con la vida.
El Padre es el núcleo más profundo de su vida, el Misterio Original y Originante, que da sentido a toda su vida. Y a la Vida como tal. Ese Dios no busca tanto sacrificios, sino entrega, gratuidad, libertad, sencillez, alegría espiritual. Esa intimidad es la que da aliento a todo lo que hace. No lo arranca de la vida, sino que alimenta la vida. De aquí puede nacer un mundo mejor, una calidad de vida intensa. Es lo que él denomina ‘Reino de Dios’.
2.20. Su gran práctica es vivir en el Amor y del Amor. Como predicaba San Agustín, donde hay amor no hay esfuerzo. Amor radical y revolucionario, también a los enemigos. El Amor es la gran vivencia que todo lo unifica. Es la única posibilidad de construir un mundo armónico, justo, solidario, una “casa” donde se pueda vivir y no una “selva” de todos contra todos. (Bueno, incluso en la selva hay sus leyes y sus equilibrios…) En su tiempo, la aplastante mayoría de la gente vivía como “desterrada” en su propio país, que no era realmente su propia casa. Y los ricos y poderosos vivían alienados en sus riquezas y privilegios pensando que la acumulación de todo eso les daba la felicidad…
En el movimiento, el Amor sustituye a los apegos, que son fruto del ego en último término. El Amor es unitivo, es holístico por naturaleza. Sólo quien comprendía el ritmo del Amor era el que participaba realmente de su movimiento. El Amor es incompatible con explotar a l@s demás, vivir en la injusticia, mentir, engañar, robar. No hace falta cumplir mandamientos a quien vive enamorado de la vida. Mucho antes que San Francisco de Asís, Jesús de Nazaret mostró que era posible ser un@s enamorad@s de la vida y lo propuso a tanta gente al margen del Sistema.
2.21. Su gran utopía, pero vivida con mucho realismo, es la Comunidad. La pequeña comunidad de sus discípul@s. La Gran Comunidad que es la Familia Humana. La Naturaleza también forma parte de esta Gran Comunidad.
Construir un mundo habitable, donde tod@s se quisieran, era una utopía grande, tal vez la mayor utopía que los seres humanos puedan soñar juntos. Pero el Maestro de Galilea era un holista integral. Empezaba desde lo poco, lo humilde, lo sencillo, porque esa era la pedagogía del Dios que había descubierto. Quería todo para tod@s. Era un personaje de grandes ideales. Pero no se perdía en ellos.
Sabía que esos ideales se viven en lo cotidiano y empiezan por lo pequeño, por lo insignificante. Nunca se separan del día a día y de las pequeñas utopías de los seres humanos (las micro-utopías). Son las pequeñas-grandes “luchas” por mayor igualdad en una comunidad, por compartir algo de lo que tenemos, por respetarnos en las familias, por dar de nuestro tiempo a aquell@s que más lo necesitan. Los grandes cambios se notan en la pequeñez de lo cotidiano, principalmente en el cambio de actitudes.
2.22. No tiene miedo a la muerte, aunque se ve en momentos difíciles como los que tiene que superar. Todos los grandes maestros espirituales han pasado por la escuela de la muerte, la muerte del ego, principalmente. Es la gran escuela iniciática, sin la cual no puede haber progreso espiritual. Sólo quien trabaja la muerte, puede entender el misterio de la vida, de la muerte que es vida y de la vida que es muerte y resurrección.
La vida la da, no la pierde. Le exige decisión (a nadie le es agradable morir joven o en su etapa de juventud madura). Pero puede dar la vida, porque ha entendido la dinámica del nacer-morir, la lógica que une la muerte a la vida, para que todo siga perviviendo. No es una muerte por una fatalidad cósmica. Es la muerte de la fidelidad a un proyecto, a una vivencia profunda. Esas vivencias no se pueden traicionar. Sólo quien entiende la Vida en plenitud puede entender que a veces no hay retrocesos posibles. Serían como quebrar el ritmo de las cosas.
2.23. Ante todo, este hombre es un hombre libre y que promueve libertad (¡como es natural que así ocurra!). Peligrosamente libre. Radiantemente libre, que enoja a quienes son esclavos de privilegios, poderes, preconceptos, estrecheces mentales…
El MJ de Jesús fue también un movimiento de libertad y de hacer libres a la gente, principalmente a l@s más encadenad@s por deudas, falta de trabajo, marginación económica, social, política o cultural.
El MJ era un espacio de libertad dentro de la geografía de Israel, un laboratorio de experiencias de vida. Libertad significa ante todo la posibilidad de buscar por sí mism@s y en grupo. Esta libertad es la condición de posibilidad de la Verdad. Libres son l@s que son fieles a la Verdad y, por eso, son responsables con la Realidad. Esto implica ser fieles a su conciencia. Esto implica también experimentar: método de prueba-error, como método de aprendizaje (esto implica ser más tolerantes con los errores propios y ajenos).
Quien irradia libertad, ayuda a crecer también a l@s demás.
2.24. El MJ también implicaba un trabajo de entrenamiento permanente con las pasiones y las emociones, disciplinándolas con inteligencia. No era represión. Es re-encaminamiento y re-direccionamiento.
El famoso pasaje de la “tempestad calmada”, leído esotérica y no meramente exotéricamente[viii], muestra al Maestro capaz de calmar las pasiones y emociones que arrastran a sus discípulos (cfr. Mc 4,35-41 y paralelos). Pero ellos deben aprender por sí mismos la lección si quieren entender la lógica del Reino y permitir que su semilla madure…
2.25. El Maestro es alguien libre también de preconceptos y de discriminaciones sociales. Visita a l@s samaritan@s, a l@s que están al margen o más allá de las fronteras, toca a l@s pecadores/as (por lo que queda ipso facto impuro en la interpretación legalista de la Ley), habla con mujeres, viola el precepto sagrado del Templo y, en definitiva, predica una fe en un Dios liberador que no pasa por la mediación del Templo (lo sagrado profesionalizado).
En una palabra, se basa en el mismo sentir de Dios, que no está encadenado a nada y que no se rige por las mediaciones humanas que se le pretenden imponer también a él.
Para Jesús y su movimiento los conceptos son fronteras, son discriminatorios con respecto a la Realidad, y, por lo tanto, con respecto a las personas. Están en el
Ámbito de la mente y no del Espíritu. Es de los ‘psíquicos’, no de los ‘pneumáticos’ o ‘espirituales’.
2.26. Es un revolucionario: predica que el Mundo Nuevo es de l@s sencill@s, de aquell@s que no están todavía contaminad@s por los prejuicios, por los dualismos, por la separatividad discriminativa, sobre la que se apoyan los escribas y fariseos para juzgar, condenar y absolver mediante pago.
L@s sencill@s son l@s que todavía tienen un espacio para acoger la Buena Nueva, principalmente a ese Dios nuevo, que siempre estuvo ahí y fue manipulado por el poder religioso dominante y por los ricos y poderosos.
Pero requiere ‘pobres de espíritu’, que podríamos traducir mejor por ‘pobres con espíritu’. Gente materialmente empobrecida, pero no tan colonizadas por el Sistema en su interior, que hayan perdido la esperanza en un Dios liberador. Conservan la esperanza, la alegría de vivir, de crecer, de progresar, de unirse a l@s demás, de organizarse, pese a todas las dificultades que el Sistema, la vieja forma de organizar las cosas, les impone.
2.27. Animaba a la perseverancia, a la constancia, a permanecer en el camino y no abandonarlo pasase lo que pasase. La ‘parábola del amigo importuno’ (Lc 11,5-8) o del ‘juez inicuo y de la viuda importuna’ (Lc 18,1-8) muestran esta actitud pedagógica del Maestro y de su movimiento.
Los grandes objetivos no se consiguen en un día, Requieren perseverancia y camino. No se trata tanto de hacer muchos esfuerzos, sino más bien de perseverar en un camino de libertad ya iniciado, sin mirar “a derecha ni a izquierda”. Ser consecuentes con una opción tomada y tener la determinación de seguir adelante, estemos en el nivel en que estemos.
2.28. Sobre todo animaba a buscar y a vivir lo esencial, y dejar lo superfluo y artificial al margen. El episodio de Marta y María lo muestra (Lc 10,38-42). El discipulado era el Camino (nazaren@s= l@s discípul@s del Camino) para quien quisiera profundizar en la Verdad que tod@s tenemos dentro y que necesita salir afuera, compartiéndolo entre tod@s.
No es posible entonces separarse del Camino, quedarse en actitudes superficiales. No confundir la sencillez y la pequeñez con lo superficial. El tiempo de la vida es breve y no debe ser desperdiciado. “Ir a lo esencial”: ésa es la nrma del Reino.
2.29. Relacionado con lo anterior está la simplificación de vida. Es decir, renuncia a lo superfluo, a las riquezas, al poder. L@s del MJ Eran los “hippies” de la época, aquell@s que se atrevían a vivir realmente una vida alternativa, frente a la convencional que el Sistema les imponía, sin grandes salidas y oportunidades.
En realidad, bien mirada la cosa, no tenían nada que perder al entrar en un Camino así. Podían perder lo poco que tenían. Pero podían ganarlo todo. Es una apuesta para gente con decisión y con ánimo. No para mediocres y de mentes esclavizadas.
2.30. El Maestro creía lúcida y apasionadamente (sin ver en esto algo contradictorio) en la eficacia intrínseca de la Verdad. La Verdad se impone por sí misma, fluye espontáneamente de dentro hacia fuera, es el mismo Dios que se nos da (=gracia, pero no como una ‘cosa’, sino como una ‘dýnamis’, una dinámica, una fuerza que se desarrolla y se despliega por sí misma.
No necesita por eso del poder y la violencia. Por eso Jesús no fue un guerrillero en el sentido estricto del término. No necesitaba empuñar las armas, para que su revolución fuera adelante (¿ingenuidad?).
Era más bien un “guerrillero cultural”, alguien que predicaba y vivía la revolución cultural de otro estilo de vida en lo cotidiano y que creía posible que las cosas cambiasen. Esto era leer “los signos de los tiempos”.
2.31. Su pedagogía no era la del titán que se impone a l@s demás como “self made man”. Es más bien la de la persona que se interrelaciona, que es interconectiva, que construye puentes y redes. Así se va tejiendo una nueva realidad en la Realidad misma. Por eso predica, bien entendido, la humildad (no la humillación). La humildad es estar a la altura del “humus”, no ponerse arriba ni buscar los grandes puestos ni los honores.
En otras palabras, es la postura del no-ego, presente en tantas sabidurías del Medio y del Extremo Oriente. Sólo desde una actitud de no-ego puede brotar la liberación, o mejor, es la expresión de esa liberación. Sólo quien no tiene ego es quien puede, espontánea y originariamente, ser solidari@ con l@s demás y con la naturaleza[ix].
2.32. Y es que en definitiva tod@s somos un@. Para eso es necesario que cada un@ sea sí mism@ (“¡Sé tú mism@!”… pero no siempre el/la mism@, como dice un cantante brasileño de rap social, “Gabriel, el pensador”…).
Mientras sigamos aferrados a nuestra individualidad separativa, a nuestro dualismo ‘yo-y-l@s-otr@s’ (o ‘yo-y-lo-otro’) no hay ‘salvación’ (=Autorrealización, plenitud, felicidad). Sólo quien se libera de su egocentrismo es quien participaba plenamente de su movimiento, el MJ.
2.33. En definitiva, podemos calificar a la revolución de Jesús y de su movimiento como una verdadera revolución pedagógica, una manera subversiva (por verdadera, frente a mentira reinante) de saber hacer las cosas. No era solamente una revolución estructural, aunque también. Exigía algo más profundo: el cambio interior, el cambio de mente, un espíritu nuevo.
El espíritu de este movimiento podía ser muy bien descrito, con mentalidad más actual, dentro del movimiento de la Jesus Revolution, plasmado en un famoso poster de los años 70 titulado Wanted (Se Busca: Recompensa, la Eternidad):
“Jesús de Nazareth, galileo, 33 años, tez morena, barba y cabellos al estilo “hippy”, cicatrices en las manos y los pies. Se acompaña de leprosos, mendigos, perseguidos y una banda de 12 incondicionales. Escandaliza a las masas con frases tan revolucionarias como ‘Amaos los unos a los otros’ y ‘Perdona a tus enemigos’. Si lo encuentras… sigue sus huellas”.
Por lo tanto, cambio estructural con cambio interior. No dos, sino uno sólo, un cambio total.
¿O es que hay diferencia entre uno y otro?
rui manuel
managua
18.11.04
[i] Todas las citas bíblicas que usamos en este trabajo son de la Biblia de Jerusalén (Desclée de Brouwer, Bilbao 1978).
[ii] (Editorial Lascasiana, Managua 2004).
[iii] JOACHIM RASCHKE, Sobre el concepto de movimiento social. ZONA ABIERTA. Fundación Pablo Iglesias. Madrid. 69: 121-134 (1994).
[iv] Cfr. FRANCESCO ALBERONI, Génese (Bertrand, Venda Nova 1990), passim.
[v] Cfr. RUI MANUEL GRÁCIO DAS NEVES, El Dios de Jesús. Una aproximación crítico-liberadora (Nueva Utopía, Madrid 1995), pp. 62-63.
[vi] Los sumos sacerdotes, los escribas y los saduceos discuten esta autoridad de Jesús (cfr. Lc 20 1-8 y paralelos).
[vii] Cfr. MILTON SCHAWANTES, Amós. Meditações e estudos (Sinodal/Vozes, São Leopoldo/Petrópolis 1987).
[viii] Se entiende por ‘esotérico’ lo que permanece oculto, invisible, lo que es interior, y que por lo tanto requiere de una experiencia directa e inmediata. Se entiende por ‘exotérico’ lo que es exterior, visible, aparece. Lo exotérico debe apoyarse en lo esotérico y no contradecirlo. Le debo a mi amigo António de Macedo la sugerencia de lectura alternativa de este pasaje.
[ix] Una historia oriental reza así: “El discípulo: Vengo a ofrecerte mis servicios. El maestro: ‘Si renuncias a tu ‘yo’, el servicio brotará automáticamente’” (relatada por ANTHONY DE MELLO, El canto del pájaro. Sal Terrae, Santander 1993, 21ª.ed, p. 136).