Para mi amiga

Lenira Moraes,

de São Paulo (Brasil)

 

 

 

TERESA DE ÁVILA Y EL ZEN

 

 

 

1. No soy un especialista en Santa Teresa de Jesús ni en el Budismo Zen. Sin embargo, como estudiante de Espiritualidad, como alguien muy interesado en Espiritualidad de una manera vital, quisiera abordar brevemente el tema de la relación de Teresa de Jesús y del Zen en lo referente a un tema central, como es el de la oración y de la meditación.

 

2. Como es sabido, los mejores críticos de Espiritualidad cristiana, conocedores de Santa Teresa[1], encuentran en sus escritos una serie de grados de oración, que ella habría formulado. Se han tornado ya clásicos de toda la Espiritualidad universal. Serían estos los siguientes:

 

1.      ORACIÓN VOCAL

 

2.      MEDITACIÓN U ORACIÓN MENTAL

 

3.      ORACIÓN AFECTIVA

 

4.      ORACIÓN DE SIMPLICIDAD

 

5.      ORACIÓN DE RECOGIMIENTO INFUSO

 

6. ORACIÓN DE QUIETUD

 

7. ORACIÓN DE UNIÓN SIMPLE

 

8.  ORACIÓN EXTÁTICA

 

9.  ORACIÓN DE UNIÓN TRANSFORMATIVA

 

      Si no nos falla la memoria, en los tres primeros predominaría la acción humana y en los seis siguientes, la divina (siendo el cuarto y el quinto de transición). O mejor, estando siempre presente la iniciativa divina, en los tres primeros parece que es el ser humano quien lleva la iniciativa, mientras en los seis siguientes es claramente el Innombrable quien lleva las riendas del proceso. En general, hay un gran consenso entre los místicos cristianos (por ejemplo, también en San Juan  de la Cruz) y sus comentaristas, en distinguir estos dos niveles:

 

(1)         el nivel ascético (o activo), de “iniciativa” humana;

(2)         el nivel místico (o contemplativo), de iniciativa divina.

 

        En la primera etapa, el ser humano tendría la gran tarea de purificación, a través de un trabajo continuado de ascetismo, mientras en la segunda etapa sólo le queda dejarse en manos del Bendito, para que complete El/Ella/Ello el mismo proceso anteriormente iniciado.

 

        (Lo normal es que éste sea el orden, pero Dios tiene sus propios caminos, que conoce mejor que nadie...).

 

        También parece una idea común el que estos grados de oración, meramente indicativos (no absolutos), deban darse como predominancia de uno de ellos sobre los demás. No quiere decir que en otro momento, alguien, por ejemplo, que esté en el grado seis de oración, no practique también, incluso, el grado primero... Se trata, pues, de una cuestión de mayor o menor acentuación espiritual.

 

3. Puestas así las cosas, ¿qué interés tiene apelar aquí al Zen y a su práctica meditativa llamada zazen? Parece algo muy diferente, sacado de otro contexto espiritual[2].

 

        Sin embargo, me atrevo a decir que no es así y que ambos pueden ser complementarios (al igual que lo que ocurre con el otro gran maestro de Espiritualidad cristiana que es San Juan de la Cruz)[3]. Tengamos la mente abierta, seamos macro-ecuménic@s.

 

        ¿Cómo?

 

        Muy “sencillamente”.

 

        Teresa de Jesús nos muestra el marco del proceso a llevar, pero no nos dice tanto cómo se puede llegar a ello. Evidentemente, es siempre la “iniciativa” (lo que se llama “gracia” en la tradición cristiana, intentando superar la visión a veces meramente “cosística” que se ha tenido de ella a veces en Teología...)  del Padre/Madre quien conduce el proceso, pero también es claro que el ser humano tiene que participar en él, consciente y voluntariamente.

 

        Siendo así, planteada crudamente la cuestión, ¿hay algún “camino” especial a utilizar para ir subiendo en la “escalera espiritual” (metáfora)? Es decir, ¿hay algún “método” (en el sentido de “camino” y no tanto de “técnica”) que sea posible utilizar y que nos haga progresar a nivel espiritual?

 

4. En realidad, a los autores espirituales no les gusta mucho hablar de métodos[4].

 

        Más bien piensan de manera contraria. No hay método. La “gracia” descubre su propio método. Cualquier método parece artificial, como si le pusiéramos condiciones a Dios. Ellos y ellas siempre nos han dicho que más bien es al revés, que “hay que dejar a Dios ser Dios”.

 

        Por supuesto, ningún método atrapa al Inefable.

 

        Pero si entendemos que “Camino” o “Vía” como nuestra personal responsabilidad en el proceso, entonces ya se puede entender que no se trata de quedarnos con las manos cruzadas y diciendo que el Absoluto haga todo. Creo que esto no sería una manera seria de enfocar nuestro propio trabajo espiritual y/o nuestro crecimiento humano.

 

5. Pero no existe un solo camino. Hay muchos caminos. Creo que tiene razón la metáfora hindu que compara esos caminos con la escalada a una Montaña. Todos van hacia allá. No importa cuál de los senderos se utiliza. Lo importante es llegar a la Cumbre.

 

        Hay miles de caminos y senderos. Cada uno puede escoger y hasta crear el propio. Lo que se trata es de que las “muletas” nos ayuden a caminar, cuando somos tant@s l@s coj@s que caminamos... Pero va a llegar un momento en que también las “muletas” tengan que ser tiradas, porque ya resultan un impedimento, más que un apoyo. Sirvieron en otro momento, pero ya no más.

 

        Lo afirma muy bien el gran filósofo L. Wittgenstein[5], cuando escribe en una de sus tesis que la escalera sirve para subir, pero llega un momento posterior, cuando ya se está arriba, en que hay que arrojarla fuera. Lo había dicho un poco más poéticamente el mismo Buda, con su imagen de la barca que sirve para atravesar el río, pero que se convierte en un estorbo que hay que dejar cuando hemos llegado precisamente a la otra orilla.

 

6. En este sentido, aparece el Zen y, en concreto, la práctica del zazen como uno de los posibles caminos a utilizar. Por supuesto, es válido para quien esté antropológicamente adaptado a él (en general, el uso de un método u otro es más bien cuestión psicológica). En mi opinión, tiene una serie de ventajas:

 

(1)               Es inmediata y directamente contemplativo. Va a lo esencial.

(2)               Es relativamente “fácil” de entender su propuesta.

(3)               Utiliza medios sencillos para conseguirlo.

(4)               Su práctica está bastante bien normatizada.

(5)               Tiene muchos siglos ya de experiencia.

(6)               No implica ser budista.

(7)               Hay maestr@s que nos pueden acompañar.

(8)               Se trata sencillamente de aprender a meditar.

 

        Por supuesto, no es una panacea tampoco. Tiene sus reconocidas dificultades, pero me parece que su búsqueda contemplativa, que no exige intrincados problemas metafísicos, pues se trata ante todo de hacer silencio profundo en la mente, puede unir macroecuménicamente a mucha gente de diferentes religiones históricas o de ninguna (incluso a ateos y agnósticos, pues defiendo personalmente que la Espiritualidad está más allá de las religiones y es vitalmente beneficioso para cualquier persona, sea cual sea su planteamiento filosófico o religioso de la existencia humana: en definitiva, en mi opinión, practicar la Espiritualidad es sencillamente aprender a vivir).

 

        Puede que alguien sea más devocional y afectivo, y prefiera caminar por otras sendas (es el caso de la bakhti hindu o, muy probablemente, el caso de gran parte del cristianismo). En todo caso, siempre es una exigencia fundamental para cualquier Espiritualidad la opción por l@s pobres y excluid@s, así como el trabajo permanente por la Justicia y la Paz.

 

        Sin embargo, estoy dispuesto a afirmar que, para cualquier persona, el zen puede ser un excelente camino contemplativo para “llegar” a los mayores “avances” espirituales (que más bien consiste en “retroceder”, en limpiar, en purificar).

 

7. Una última consideración. En la práctica del zazen se puede hablar de tres niveles: (1) el zazen estático (el que se practica sentado); (2) el zazen intermedio (el andar meditativo o kin-hin); y (3) el zazen dinámico (el que se practica en cualquier momento del día, pues se trata de vivir con Atención Permanente cualquier momento de nuestra existencia, dado que “vivimos” normalmente con mente dispersa).

 

        En este tercer sentido, el zazen dinámico puede ser una práctica de las 24 horas del día. Y así, la meditación no es algo que se “logra”, sino algo que llega libremente a nosotr@s. Porque, pese a todo, un camino sigue siendo un camino, y nadie lo controla, somos libres de recorrerlo o no, o de buscar otros caminos mejores para nosotr@s.

 

        No se llega a la Meditación. Es la Meditación la que nos inunda a nosotr@s.

 

        Pero la paradoja mística es que la Luz del Sol se hará visible sólo si hemos limpiado antes los cristales sucios de nuestro interior.

 

    

 

 

 

 

rui manuel

nagpur

(india)

15.11.06

(fiesta de

Alberto Magno O.P.)



[1] Entre ellos al famoso P. ARINTERO, en sus Cuestiones Místicas, BAC, Madrid, 1956.

[2] No voy a entrar aquí en presentar el Zen. Hay otra gente que lo puede hacer mejor que yo. Incluso, yo mismo lo he intentado presentar de manera “sencilla” en otro momento.

[3] En cuanto al Maestro Eckhart, ya ha habido más trabajos de encuentro entre sus planteamientos y los del Zen.

[4] Uno de los mayores críticos de los métodos, en la espiritualidad contemporánea universal, es J. Krishnamurti. Pero también muchos otros místicos y místicas comparten esta misma visión.

[5] WITTGENSTEIN, LUDWIG, Tractatus Logico-Philosophicus, Alianza Editorial, Madrid, 1994 (Traducción española de Jacobo Muñoz e Isidoro Reguera).

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